Tus amigos nunca fueron mis amigos, despiadado corazón:
ni el silencio ni la soledad, ni la calma ni tormenta,
Tampoco la esperanza, hacia cuyo oculto santuario las almas
Peregrinan, ni esa vestimenta que es un arco iris
Sobre la conciencia podrá encontrar en tu ser
Su reino —nada de ese amor que una vez me cubrió con su poder
Correspondiendo al mío en tantas horas de sufrimiento
Desamparado, nunca lo has sentido… ¡No te pertenecen!
No soportas el ojo poderoso de la luna, te atemoriza
Un niño vestido con una suave sonrisa, te enceguece todo
Acto noble, bueno o bello. Tu voz es el placer de
Aquellos que se burlan de la verdad y la inocencia.
Solo, lloro, yo, sin vergüenza ni reparo, al ver
Cuántos corazones rotos a tus pies se desnudan y deshacen.
P. B. Shelley
Trad. Dasbald
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